viernes, 3 de junio de 2011

MI BANCO DE MEMORIA


Móstoles, 3 de junio de 2011

A modo de prólogo
Hoy comienzo mi banco de memoria, ahora que aun tengo la suerte de tenerla.
Lo quiero compartir con todos los que se acerquen por aquí, con los amigos que a lo largo de estos años he tenido la suerte de conocer y compartir mi vida. Con Carmen, mi esposa, la mujer con la que ya llevo vividos treinta y ocho años y madre de mis hijos. Con mi hija Marina y Juanan su esposo. Con mi hijo Enrique y Patricia, su mujer y sobre todo para que mi banco de memoria les permitan conocer un poco más a su abuelo a mis nietos Alejandro y Paula y desde el día 20 de marzo de 2014, Elsa, la más pequeña de mis nietos, que son la sal de mi vida.

El método que me he propuesto, mientras encuentro o me sugieren otro mejor, consistirá en relatos autobiográficos comenzando con mis recuerdos más primigenios y avanzando poco a poco hasta la actualidad.

Un abrazo a todos.

Mis primeros días

Siguiendo la costumbre, mi madre fue a parirme en casa de mi abuela materna, mi mama Pepa, un viernes 24 de octubre de 1952.

Luísa Zurita
Asistió a mi nacimiento, como matrona, Luisa Zurita; Luisa era vecina y amiga de mi madre. Su madre y hermana también eran matronas.

Nací de nalgas y el parto se complicó hasta el punto de llamar al médico, pero cuando este llegó yo ya había nacido y estaba en brazos de mi tía Antonia que nada más nacer, me acurrucó en sus brazos para darme calor.

Mis padres, Remedios y Enrique, se habían casado el sábado 10 de noviembre de 1951 en la Parroquia de la Asunción; fueron apadrinados por mis tíos abuelos Antonio Vilas Díaz y Aurora Moreno Sabonet, mis compadres, pues lo fueron también de mi bautismo y del de mis hermanos.


Mis padre: Remedios y Enrique
El día 12 de diciembre de 1940, día del fallecimiento de mi abuelo José, es la fecha que mis padres consideraron el inicio de su noviazgo. Mi padre siempre había estado enamorado de mi madre, una niña menudita y muy guapa que vivía en la Villa y hacia allí encaminó sus pasos mi padre, un chavalillo de quince años recién cumplidos, para dar el pésame por la muerte de mi abuelo,  resuelto a presentarse ante la familia de mi madre y así, de paso, verla a ella.


Al fondo a la derecha el nº 3 de la Calle Real
En la planta baja de la casa alquilada al presbítero D. José Burgos Serrano, al fondo del callejón que hay entrando en la calle Real por la plaza de Santa Ana y que corresponde al número 3 de esta calle, vivían mis abuelos maternos y mis tíos; de esta casa, guardo un vago recuerdo, yo era muy pequeño, apenas tres años cuando mi abuela y mis tías emigraron en 1955 de Priego a Badalona, como muchos otros andaluces. La puerta de entrada, daba paso a un zaguán de donde partía una escalera que ascendía al piso superior, donde vivía otra familia y en él, a los pies de la escalera, estaba la fuente. Al fondo el patio y en el lateral derecho la entrada a la vivienda de mi abuela.

Mi abuelo, José García Rojas, era natural de Montefrío provincia de Granada, era viudo y tenía dos hijos, cuando casó con mi abuela, Josefa Muñoz Bermúdez, natural de Algarinejo también de la provincia de Granada.

Mis abuelos maternos, antes de vivir en Priego, lo habían hecho en Montefrío y allí nacieron mis tíos Manuel, Antonia, Pepe, Dolores, Josefa y mi madre, Remedios; mi tía Concha nació en Huétor Tajar y mi tía Rosario lo hizo en Priego.

En Priego se les conocían por "José el madroñero" o "Pepa la tejeringuera", la venta ambulante de madroños, algarrobas y otras fruslerías, era junto al puesto de tejeringos de mi abuela Pepa, la fuente de ingresos de la familia. Era ese menester con el que se ganaban honradamente la vida e iban sacando los hijos adelante hasta que estos tenían edad de trabajar, que siempre a edad muy temprana; nunca el calificativo de “proletaria” podría haber definido mejor la clase social de mi familia materna; yo tengo la conciencia y el orgullo de ser de esta Clase.

Cuando se casaron mis padres, se fueron a vivir a la casa de mis abuelos paternos, en la calle Montenegro y allí volvió mi madre conmigo una vez repuesta de mi parto.

En la calle Montenegro, mi abuelo Enrique y mi abuela Carmen tenían su casa y el negocio familiar, una carpintería. En esta casa vivían mi tío Pepe, hermano mayor de mi padre con su esposa, mi tía Carmen y mi tía Carmela, hermana menor de mi padre.

En noviembre de 1952, a los 13 meses, nos fuimos a vivir al compás de San Francisco, en la casa del Orden tercero, habilitada para el sacristán del templo de San Francisco. Esta fue mi casa y la de mis hermanos Antonio y José Enrique, hasta que otro noviembre, este de 1966 nos trasladamos a vivir a Madrid.

Mis bisabuelos Felipe Vilas Moreno y Josefa Díaz Portillo

A mi bisabuelo Felipe no llegué a conocerlo; decían que mi padre era su vivo retrato: Alto, espigado, muy rubio y con los ojos muy verdes.

Una vez al mes mis padres nos llevaban al Palenque a visitar a mi bisbuela Pepa y a mis tíos abuelos. Los recuerdos que conservo de ella siguen muy definidos en mi memoria: El pelo muy blanco recogido en un moño bajo; un rostro agradable y de rasgos fuertes que expresaba el carácter decidido y valiente de una mujer resuelta; el cuerpo esbelto, vigoroso, de piel muy blanca, enfundado en una bata azul marino con pequeñas florecillas blancas; su voz, firme y de marcado acento granadino. Ahora, pasados casi sesenta años de aquellos recuerdos, continúo teniendo la sensación de no estar frente a una anciana, tal era la fuerza que irradiaba su figura.

Mis bisabuelos: Felipe Vilas Moreno y Josefa Díaz Portillo se habían casado en la iglesia de San Andrés en la calle Elvira de Granada. Vivían junto a sus tres primeros hijos (José, Enrique y Carmela) en una casa de vecinos junto a la puerta de Elvira.

De la familia granadina solo recuerdo a una hermana de mi bisabuela: La "chacha" Carmen que alguna vez, sobre todo en verano, venía a visitarnos a Priego.

Que mis bisabuelos y sus hijos fueran a vivir a Priego de Córdoba se debió al deseo de establecerse por su cuenta; mi bisabuelo Felipe trabajaba como pintor en unos talleres granadinos dedicados a la construcción y reparación de carros, calesas y todo tipo de vehículos de transporte. Mi bisabuela, por otra parte se había especializado en la realización de asientos, tanto de trenzado de anea como de cuero y capitoné.

El contacto con los transportistas que hacían el servicio Granada-Priego, determinaron que mis bisabuelos escogieran Priego de Córdoba como el lugar más adecuado para ello y allí se trasladó mi bisabuelo, dejando al resto de la familia en Granada, para montar su casa y negocio.


Plaza del Palenque con el Pósito y el Teatro Principal
a finales del siglo XIX. Foto de García Ayola
(Fototeca de Enrique Alcalá Ortiz) 
El Palenque fue el lugar escogido para su taller de pintura y carrocería por la idoneidad del lugar; en el se ubicaba el Teatro Principal y el Pósito (Depósito municipal de cereales), la posada del Marqués, herreros y herradores, talabarteros, arrieros y todo tipo de oficios y los servicios relacionados con el transporte y los animales de tiro o de carga.

Llegó el momento en que mi bisabuela Pepa consideró que ya era demasiado tiempo el que llevaba mi bisabuelo Felipe solo en Priego y ella y los hijos en Granada. Así fue como un buen día decidió reunirse con su esposo. Tomó el camino a Priego y en dos jornadas se presentaron en El Palenque, ella y sus tres hijos.

Con toda la familia ya en Priego, mis bisabuelos progresaron en el negocio familiar trabajando duro y de sol a sol, sacaron su numerosa familia adelante con dignidad, constancia y mucho esfuerzo. Mi abuelo Enrique, el segundo de los hijos, entró a trabajar en el taller de carpintería y ebanistería del maestro López (El Lucentino), luego de algunos años y siendo ya un maestro en el arte de trabajar la madera, montaría su propia carpintería en la calle Montenegro cuando casó con mi abuela (Carmen Montoro Serrano).

En Priego se amplió la familia con otros tres hijos: Antonio, Juan de Dios y Luís. Mi tío-abuelo Antonio continuó el oficio familiar de carrocería y montó su propio taller en el Santo Cristo cuando casó con mi tía Aurora; junto a él, trabajaban en el taller sus hijos Encarnación y Felipe. Mis tíos-abuelos Antonio y Aurora fueron los padrinos de boda de mis padres así como los de mi bautismo y el de mis hermanos Antonio y José Enrique.

Mis tíos-abuelos José, Carmela, Juán y Luis siguieron solteros, viviendo y trabajando en la casa familiar del Palenque junto a mi bisabuela, hasta el final de sus días.

Mi bisabuela Pepa enviudó joven y siguió dirigiendo la empresa familiar hasta que un día de primavera, en la feria de San Marcos, abandonó la vida y entregó su cuerpo a la tierra de Priego de Córdoba, el pueblo que fue su hogar y el de sus descendientes, desde que a primeros del siglo XX decidiera prosperar lejos de su amada Granada.


Datos biográficos:

Felipe Vilas Ulloa: Santiago de Compostela
Mª Rosario Moreno Aragón: Granada

Manuel Díaz Sánches: Granada
Isabel Portillo Bravo: Granada

Felipe Vilas Moreno: Granada, 1869 - Priego de Córdoba, 13/5/1928
Josefa Díaz Portillo: Granada, 1871 - Priego de Córdoba, 18/4/1960

José Vilas Díaz: Granada - Priego de Córdoba, 7/11/1969

Enrique Vilas Díaz: Granada, 1893 - Málaga, 14/9/1976
Mª del Carmen Montoro Serrano: Priego de Córdoba, 13/7/1894 - 30/6/1972

Carmen Vilas Díaz: Granada, - Priego de Córdoba, 20/1/1981

Antonio Vilas Díaz: Priego de Córdoba, 11/2/1907 - 8/11/1983
Aurora Moreno Sabonet: Priego de Córdoba, 12/11/1910 - 20/11/1990

Juan de Dios Vilas Díaz: Priego de Córdoba, 22/2/1910 - 26/2/2000

Luís Vilas Díaz: Priego de Córdoba, 15/11/1913 - 16/9/1970

Mi agradecimiento a Enrique, archivero de la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción y a Luís y Juan Manuel por la localización de estos datos en el archivo del cementerio municipal de Priego de Córdoba.